Médium
Dentro del desgarro que se produce por las constantes tensiones entre la realidad común y la percibida, existen diferentes seres que nacen del sentir, de las ideas y la memoria, de los anhelos y la imaginación. Crecen y cambian, susceptibles a tener una historia.
Manifestarse a través de imágenes les permite vivir lo suficiente para adquirir sentido, necesitan de un espacio para no morir en el olvido. Valiéndose de caras, cuerpos, gestos y movimientos prestados, arrojan una sombra de su existencia la cual es posible registrar.
Estos son algunos de sus retratos, imágenes que hablan de todo menos de la persona que amablemente sirvió de médium.
Los tres ojos
Conozco de tres ojos. Uno a la altura del simple cazador, asechando a sus suposiciones y lo que ya ha visto, rastrea, apunta y dispara sin cuestionamientos hacia donde coincide la memoria y la expectativa. Otro, media entre los anhelos del mirón y el exhibicionista, buscando complacer a ambos mientras su punto de vista se disuelve en el medio. El tercero busca abandonar sus suposiciones, indagar y sumergirse, desea la sorpresa y pone su criterio a prueba, se expone tratando de articular entre aquello que siente, lo que está viendo, lo que podría mostrarse y la forma para hacerlo.
El primero sirve para cumplir caprichos, el segundo para pagar el arriendo y el último para respirar. Es posible que existan muchos más ojos, estos son los tres que conozco.
Parafraseando a Bresson
La cabeza debe tener claridad sobre aquello que está frente al lente, darle un sentido, un lugar en el recuadro y una intención que debe matizar y acentuar donde crea necesario. El ojo debe estar atento a lo que sucede, ser consciente de la memoria y las expectativas que carga, vigilante al gesto y abierto a la sorpresa. Y el corazón, debe decidir constantemente si conduce o se dejar llevar por aquello que desea hasta ese lugar y momento apropiado para obturar.